lunes, 10 de marzo de 2014

¿POR QUÉ SON NECESARIOS LOS LÍMITES?
 
- Porque el niño se siente seguro y protegido.
- Porque las normas les ofrecen una estructura sólida para aferrarse.
- El niño ve que los padres son fuertes y consistentes y se sentirá mucho más inclinado a identificarse con ellos.
- Porque ayudan al niño a tener claros determinados criterios y son referencias constantes.
- Porque el niño debe aprender a renunciar a veces y aceptar el “NO” como respuesta; es una forma de enseñarle a enfrentar las frustraciones de la vida.
- Porque el niño aprende valores: orden, respeto, tolerancia.

Los niños necesitan que los papás les pongan límites, para que ellos puedan reconocer y respetar los límites de otras personas. De lo contrario no sabrán distinguir claramente lo que deben o no hacer, y lo que está bien o mal. Al poner límites, les protegemos de muchos de los riesgos que todos tememos, de las adicciones, alcoholismo, drogas o comportamientos delictivos, puesto que les enseñamos a cumplir unas normas, un orden y un respeto, siempre desde el afecto y la congruencia. Los límites le enseñan a organizarse y a tener buenos hábitos que serán un valor seguro para su vida.
 

Si esto es así ¿porqué no ponemos límites a nuestros hijos?. Los estilos educativos oscilan como tantas otras cosas como un péndulo. Nuestro estilo educativo ha ido desde una disciplina exagerada, restrictiva y represora (la letra con sangre entra) hasta el otro extremo en el que todo está permitido y donde los padres pasan a ser amigos de sus hijos. En la actualidad la educación que se basa en la autoridad nos horroriza. La palabra “disciplina” y autoridad es equiparada normalmente a las palabras castigo y represión y la evitamos por miedo a parecer unos padres anticuados y primarios. Suena a coacción y a dominio, a prohibición que no tiene nada que ver con la democracia en la que vivimos. Sin embargo la palabra autoridad se deriva del verbo latino "augere", que quiere decir ayudar a crecer y esta es en realidad, la meta de cualquier padre.
 
Poner límites a los niños resulta necesario, incluso para que ellos conozcan hasta dónde llegan sus alcances y su voluntad que está en constante formación.

Un niño aprende que cuando su madre o su padre dicen que no, esa decisión es inamovible. El pequeño experimentará frustración, pero debe aprender a tolerarla y convivir con ella porque las normas son precisamente las que le dan seguridad.

Los límites se deben orientar al comportamiento del niño, no a la expresión de sus sentimientos. Se le puede exigir que no haga algo, pero no se le puede pedir que no sienta rabia o que no llore. Conviene dar razones, pero no excederse en la explicación.

El límite con un perfil educativo, más que restrictivo, es el que facilitará el entendimiento del mundo para él, habilitando la capacidad de preguntarse y crecer.

Para educar de manera eficaz a nuestros hijos debemos marcar las reglas en casa con el objetivo de cumplirlas. El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza. Una de las consecuencias educativas de una falta de habilidad a la hora de establecer las normas y de marcar los límites puede ser la falta de respeto.
 

10 consejos básicos para aplicar límites educativos
 
1. Objetividad: Un límite bien especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño. “Recoge los juguetes porque alguien se puede caer” es un ejemplos que puede ayudar a aumentar la relación con tu hijo.

2. Opciones: En algunos casos, podemos darles una oportunidad para decidir como cumplir “órdenes”, lo que le permite al niño sentir una sensación de poder y control, a la vez que hace exactamente lo que queremos. “Es la hora de la merienda, ¿quieres jugo de naranja o de melocotón?”.

3. Firmeza: A veces necesitamos aplicar el límite con firmeza, no ira y debe hacerse con un tono de voz seguro y determinante, sin gritos y un gesto serio en el rostro.

4. Acentúa lo positivo: Los niños son más receptivos al “hacer” lo que se les ordena cuando reciben refuerzos positivos. En general, es mejor decirle lo que debe hacer antes de lo que no debe hacer.

5. Guarda distancias: Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: “Son las 8, hora de acostarse” y enseñarle el reloj. En cambio, si le decimos “Quiero que vayas a dormir ahora mismo”, estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos.

6. Explica el por qué: Cuando un niño entiende el motivo de una regla se sentirá más animado a obedecerla. Entendiendo la razón, los niños pueden desarrollar valores internos de conducta o comportamiento y crear su propia conciencia.

7. Sugiere una alternativa: Al ofrecerle alternativas, le enseñas que sus sentimientos y deseos son aceptables. Por ejemplo, puedes decir: “no te puedo dar un caramelo antes del almuerzo, pero te puedo dar un helado después”.

8. Firmeza en el cumplimiento: Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, se resistirá a cumplirlas.

9. Desaprueba la conducta, no al niño: Deja claro a tus hijos que tu desaprobación está relacionada con su comportamiento y no a ellos directamente. No le digas “Tú te portas muy mal” dile, “Esa rabieta que estás haciendo, es portarse mal”.

10. Controla las emociones: No se puede enseñar acertadamente si estamos muy enojados. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es contar un minuto con calma, y después preguntar lo que pasó.
 
ADAPTACION DE LOS NIÑOS DE 3, 4 Y 5 AÑOS

Se inicia un nuevo curso y todos los niños tienen que volver al colegio. Para algunos también es su primera vez. Tanto para los niños veteranos como para los principiantes, su adaptación al nuevo
centro escolar, pero sobre todo a la educadora de la escuela es, sin duda, el aspecto principal de la adaptación inicial dado que, para los más pequeños, el punto de referencia principal es el adulto que está con ellos y que les va a cuidar.
En este sentido, la actitud de la educadora debe ser de aproximación, respeto, afecto (sin ansiedad ni agobios) y tranquilidad ante las típicas reacciones de inadaptación: llantos, pataletas o rabietas.

La educadora infantil en la adaptación del niño a la escuela 

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El contacto personal entre la educadora y el niño debe establecerse con confianza, desde el principio. Conviene que en el centro escolar empiecen a llamar al niño por su nombre desde el primer día, al tiempo que la educadora le dice el suyo.
También es importante que la educadora conozca algunos rasgos generales de la personalidad del niño, datos que habrá podido obtener a través de la entrevista general que ha mantenido previamente con los padres, antes de que empiece el curso, o a través del informe de la educadora anterior para los niños antiguos.
En definitiva, se trata de que la educadora intente crear un clima de seguridad y cordialidad afectiva para que el niño se sienta seguro.

Adaptación social del niño al resto del grupo

La integración del niño en el grupo de compañeros de clase es fundamental para una correcta adaptación. A través de diferentes juegos de presentaciones, pronto los niños conocerán el nombre de sus compañeros y podrán hacer nuevos amigos. En este sentido, sería interesante intentar que cuando llegue algún niño nuevo, los que son del año pasado o que ya llevan viniendo unos días, se encarguen de enseñar a los recién llegados la clase, sus nombres o sus juguetes.

Adaptación espacial del niño al colegio y al aula

El espacio en el que los niños van a pasar buena parte del día es ahora nuevo para ellos. Para los alumnos, tanto si son nuevos como si no, el aula será distinta a su casa o a su aula del año pasado. Es importante que el niño se sienta a gusto en este espacio, que lo conozca, y se familiarice con él para conseguir una mejor adaptación. Sería interesante que pudiera ver el espacio de su colegio o escuela como algo suyo.
Así, los educadores deben intentar familiarizar a los niños con la ubicación del material escolar, el casillero que le corresponde, el espacio que ocupa en el suelo a la hora del juego, las mesas, la pizarra, etc. Igualmente, el niño debe adaptarse al espacio nuevo que le corresponde en el salón debe conocer en qué mesa le corresponde sentarse, en qué lugar y al lado de qué amigos.

El niño se adapta al resto de la escuela

El mundo de la escuela no se limita a una educadora y a un aula, sino que en la escuela hay muchas más cosas.
1. Espacios interiores. Otras aulas, oficinas, salones, servicios, etc.
2. Espacios exteriores. Patio y/o espacios verdes, aparcamiento, alrededores de la escuela, etc.
3. Personas. Personal de  limpieza, profesores y educadores,  coordinadores, personal de mantenimiento,  etc.

Los padres también deben adaptarse a la escuela

Los responsables de los centros escolares deben considerar la angustia que supone a los padres separarse de sus hijos, teniendo en cuenta el sentimiento de culpa que este sentimiento lleva consigo. La mejor forma de hacerlo es que los educadores y profesores de sus hijos les hablen con seguridad y afecto para que se den cuenta que conocen bien tanto su situación como la de los niños, de tal forma que tengan absoluta seguridad de que sus hijos se van a encontrar muy bien en la escuela. Una buena forma de entrar en contacto con los padres es la entrevista personal y el contacto directo para entregarles y comentarles la hoja informativa sobre la adaptación.